En Europa podría ganar diez veces más de lo que cobra actualmente en el Hospital Monkole en las periferias de  Kinshasa (República Democrática del Congo), ciudad en la que nació en 1974. Pero optó por entregarse en cuerpo y alma a su pueblo. Más concretamente por las mujeres y niños de su país. Para ello se especializó en Ginecología y Obstetricia, tras licenciarse en Medicina.

“El dinero no lo es todo en la vida” es su frase más repetida para explicar que siempre ha vencido la tentación de quedarse a trabajar en Europa o Estados Unidos. “Para mejorar mi especialidad he viajado, por ejemplo, a dos hospitales de España (Clínica Universidad de Navarra y Hospital San Juan de Dios) donde he aprendido mucho pero siempre he ido con un billete de ida y vuelta”, asegura sin titubear.

Hay quien la califica ya como la “doctora milagro”. Y no es para menos. Los datos hablan por sí solos: gracias su trabajo y el de su equipo han contribuido a la reducción en más de un 25 % de la mortalidad de mujeres embarazadas. Como Jefa del Departamento de Ginecología del Centro Hospitalario Monkole nacen en sus manos anualmente entre 900 y 1.250 bebés.

Las estadísticas del Congo son demoledoras.  Por cada 100.000 niños nacidos vivos, 693 las madres mueren durante el parto. Mientras que son 25 en Chile, 21 en EEUU, 8 en Francia, 6 en España y 4 en Italia. Por cada 100.000 niños nacidos vivos, 7.100 mueren en los días después del parto. Mientras que son 690 en Chile, 590 en EEUU y 330 en España, Francia e Italia.

Conviene recordar que la RD del Congo es el segundo país más grande África con 90 millones de habitantes (cinco veces más que la extensión de España), que cada mujer tiene una media de 6 hijos y que la extrema pobreza convive con la violencia de grupos armados en el noreste del país. Una violencia provocada por hacerse con la riqueza de las minas de oro, diamante y coltán. Todo esto le convierte en una auténtica bomba de relojería, donde los más desfavorecidos son también los que más sufren.

Los datos más recientes muestran que casi el 80 % del país es pobre, solo el 17 % tiene acceso a la electricidad y agua potable, y se estima que cada congoleño mantiene a 25 personas de su familia con un solo sueldo.

Pero tanto la doctora Tendobi como otras colegas se tienen que enfrentar a otro gravísimo problema: la violencia sexual. En algunos hospitales de los suburbios de Kinshasa se pueden atender entre 5 y 6 violaciones diarias, algunas de ellas a niñas de entre 3 y 4 años. Todo esto acentuado especialmente en las zonas donde las guerrillas armadas campan a sus anchas.

Otro dato demoledor es que la esperanza de vida en los hombres es de 57 años y en las mujeres ronda los 65. Tendobi señala que además “son muchos los niños que mueren antes de cumplir los 3 años y muchísimos los que se quedan huérfanos”.

Pero pese a todo, Celine sale cada mañana de su casa para cambiar las estadísticas. Y los datos lo confirman. El Hospital Monkole, que nació en 1991 con apenas 3 camas, hoy tiene cerca de 160 y atienden a más de 100.000 congoleños, la mayoría muy pobres. “Estos no podrían ser atendidos y morirían en sus casas si no fuera por las ayudas que nos llegan de lugares como la Fundación Amigos de Monkole, con proyectos de apoyo a la maternidad”.

Además, este hospital cuenta con tres dispensarios médicos (llamados antenas) en la selva para atender a los más desfavorecidos. En 2007 Tendobi fundó también el centro piloto de la transmisión del VHI Sida de la madre al niño en el Congo, en el que han sido atendidas más de 5.000 mujeres del barrio de Kindele y ha logrado reducir la infección en más de un 25 % en el primer año.

La RD del Congo necesita muchas doctoras milagro comprometidas como Celine Tendobi. Para eso, en parte, se ha creado también una escuela de enfermería junto al hospital del que ya han salido más de 500 jóvenes gracias a las becas recibidas del exterior. Tendobi explica que “gracias a la titulación, estas chicas consiguen un trabajo y logran sacar así de la miseria a sus familias”.

En el área de su influencia en el hospital se ha logrado reducir la mortalidad de niños y madres en un 50 %. Casi nada.

 

Gabriel González-Andrío

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