Una vez más, después de haber pasado dos días completos con ellos, hemos redescubierto las dos pobrezas del mundo: la material, que por desgracia ahoga a millones de personas en África; y la espiritual y moral, que está matando poco a poco a Europa. Quizá nosotros les estamos ayudando a salir adelante, pero ellos nos han cambiado la vida, porque nosotros también somos pobres y no lo sabíamos.

Amigos de Monkole, oasis de esperanza para una República Democrática del Congo destrozada por la violencia

Desde el pasado 26 de enero, la población de la República Democrática del Congo se encuentra paralizada y en shock. Todo después de que, en un contexto marcado por tres décadas de guerra interna, la crisis fuera más allá cuando la milicia rebelde M23 derrotó a las tropas gubernamentales y se hizo con el control de buena parte de Goma, la capital de Kivu Norte, la región más devastada por un conflicto que actualmente mantiene a cerca de siete millones de personas desplazadas de su hogar.

Tras producirse 3.000 muertos en una lucha sin cuartel, aunque ahora esté vigente una tregua, nadie sabe qué va a pasar realmente, por lo que la tensión es máxima. En medio de toda esta incertidumbre, eso sí, sigue habiendo oasis de esperanza. Como el que encarna la Fundación Amigos de Monkole, que, en un comunicado, recoge unas declaraciones de su presidente, Enrique Barrio, en las que reitera su compromiso inexpugnable con el pueblo congoleño: “Nosotros seguimos trabajando sobre el terreno y vamos a continuar con todos nuestros proyectos en Kinshasa, la capital, que se encuentra a algo más de 2.500 kilómetros de Goma”.

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